José Luís Rios Cañavate, Departament de Farmacologia, Facultat de Farmàcia, Universitat de València. Resumen de la presentación de el 9º Congreso de SEFIT (Menorca 18-21 de mayo de 2017)

Primera ilustración de la enfermedad de Parkinson, en el Manual of Diseases of the Nervous System, de William Richard Gowers (1886).
La enfermedad de Parkinson es una disfunción neurodegenerativa progresiva asociada con la edad y que afecta principalmente al movimiento. Se caracteriza por la pérdida de neuronas dopaminérgicas pigmentadas del sistema nigroestriatal que en consecuencia provoca la disminución de dopamina en el núcleo caudado y putamen de los ganglios basales, provocando la aparición de una serie de manifestaciones patológicas, como daño neuronal, despigmentación de la sustancia negra y la presencia de inclusiones intracelulares en neuronas dopaminérgicas llamadas cuerpos de Lewy. El diagnóstico se basa en síntomas clínicos, como la presencia de un síndrome rígido hipocinético caracterizado por los cuatro signos motores cardinales: bradicinesia, músculos rígidos, temblor en reposo y reflejos posturales alterados con dificultad de locomoción.
Los tratamientos para la enfermedad de Parkinson se enfocan a la mejora de los síntomas motores, aumentando la señal dopaminérgica en el estriado con levodopa en combinación con inhibidores enzimáticos (carbidopa) o fármacos anticolinérgicos (antimuscarínicos como trihexilfenidilo). Además de los tratamientos estándar, hay otras perspectivas y medidas diferentes destinadas a reducir la progresión de la enfermedad, como el uso de agentes neuroprotectores. Por otra parte, diferentes estudios epidemiológicos han demostrado que la inflamación podría estar implicada en la etiología de la predisposición esporádica de Parkinson, porque la incidencia de la enfermedad es menor en los pacientes que consumen asiduamente antiinflamatorios no esteroideos.

Whitania somnifera. Foto: Wowbobwow12 (licencia CC).
En el caso de las plantas medicinales y los productos naturales, éstos pueden actuar por diferentes mecanismos, y en algunos casos se pueden conseguir un efecto potenciador. En la investigación de la farmacología de plantas medicinales y productos naturales contra la enfermedad de Parkinson, la mayoría de los estudios están dirigidos contra dianas potenciales que produzcan neuroprotección, reduzcan el proceso inflamatorio cerebral romo o neutralicen los mediadores implicados en la patogénesis de la enfermedad de Parkinson. En el primer caso, existen compuestos con propiedades antioxidantes con efectos específicos en el tejido neuronal; en el segundo, existen estudios sobre agentes antiinflamatorios con efectos a nivel cerebral; y en el tercer grupo, hay compuestos con efectos específicos sobre el sistema dopaminérgico, ya sea con propiedades agonistas o con aquellos que reducen o evitan el metabolismo de la dopamina. Además, un cuarto grupo consiste en potenciales antagonistas muscarínicos o ionotrópicos del glutamato en el sistema nervioso central. Se puede también citar un quinto grupo que incluye compuestos antagonistas de los receptores de adenosina, ya que en la actualidad se conoce la relación entre el sistema de adenosina y la enfermedad de Parkinson. Todos estos mecanismos podrían ser alternativas terapéuticas válidas para la prevención o el tratamiento de la enfermedad de Parkinson.
Entre las especies estudiadas que mejores perspectivas han dado en los estudios experimentales están: Mucuna pruriens, Withania somnifera, Centella asiatica, Sida cordifolia y Bacopa monnieri. En el caso de especies con resultados positivos en los ensayos clínicos destacan Bacopa monnieri y Trigonella foenum-graecum. Respecto a los estudios realizados con sustancias aisladas o principios activos definidos destacan amurensina G (Vitis amurensis), licopiranocumarina y glicirurol (Glycyrrhiza sp.), 2,3,6-trimethyl-1,4-naftoquinona y trans,trans-farnesol (Nicotiana tabacum) y sobre todo cafeína, consumida principalmente como café (Coffea arabica) o té (Camellia sinensis).
Para estudios futuros hay que identificar nuevos mecanismos de acción y profundizar en los ya conocidos. Uno de estos objetivos es el receptor de la adenosina A2A (cafeína y su metabolito paraxantina), ya que compuestos que antagonizan estos receptores son prometedores agentes en la farmacoterapia de Parkinson, además de poseer un efecto neuroprotector que puede prevenir el desarrollo de la discinesia y las complicaciones de la terapia con levodopa. Además, los beneficios de estos antagonistas son aditivos a la terapia de reemplazo de dopamina.