
Pelargonium sidoides, Foto: Stickpen (licencia CC)
Ester Risco
Profesora asociada Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona. Profesora asociada IQS de la Universidad Ramon Llull.
Ponencia presentada en el XI Congreso de Fitoterapia Ciudad de Oviedo (13-15 de abril, 2018).
Resumen publicado en: Bachiller LI, Cayunao CI, Vanaclocha B (Eds.). Actas del XI Congreso de Fitoterapia Ciudad de Oviedo. Oviedo: Sociedad Asturiana de Fitoterapia, 2018. ISBN: 978-84-09-01429-3.
La eficacia de determinadas drogas vegetales, tanto en el tratamiento como la prevención, está avalada por datos clínicos, experiencia de uso y el conocimiento de los mecanismos de acción implicados. Dentro de las distintas posibilidades destaca la raíz de pelargonio (Pelargonium sidoides DC), una geraniácea que ofrece un significativo potencial para el tratamiento de las afecciones del tracto respiratorio.
El pelargonio proviene de la medicina tradicional del Sur de África, principalmente Lesotho y Provincia del Cabo, donde se ha utilizado por sus propiedades astringentes para el tratamiento de la diarrea y disentería, pero sobre todo como remedio para las infecciones del tracto respiratorio, y al que también se atribuían propiedades como tónico y reconstituyente del organismo. Contiene proantocianidinas, principalmente de galocatequina y epigalocatequina, que estarían en relación con su capacidad astringente, Adicionalmente, destaca la presencia de cumarinas altamente oxigenadas, como la umckalina, relacionadas también en gran medida con su actividad farmacológica.
La introducción del pelargonio en Europa se produjo a finales del siglo XIX, de la mano de Charles Henry Stevens, quien además dio nombre al preparado como “La cura de Stevens”, referida también con el nombre tradicional de la planta “Umckaloabo (tos fuerte) , y cuya composición no se dio a conocer hasta 1974.
Los primeros datos clínicos se obtuvieron a partir de 1920, aunque son significativos también los estudios y revisiones recientes sobre la eficacia y seguridad de sus preparados, que han permitido la comercialización de medicamentos de interés para adultos y niños. En numerosos estudios clínicos aleatorizados, doble ciego y controlados con placebo, el pelargonio ha demostrado eficacia en el tratamiento del resfriado común, bronquitas aguda, sinusitis, faringoamigdalitis e incluso en la prevención de crisis asmáticas. El pelargonio ha demostrado una incidencia positiva y rápida en la reducción de toda la sintomatología, tanto en la severidad como en la duración, incluidas las cefaleas y la congestión nasal; y ha sido administrado, además, en períodos prolongados, sin presentar efectos adversos relevantes.
La eficacia clínica demostrada está relacionada con diferentes mecanismos de acción observados en los estudios preclínicos. Además de una actividad antiviral y antibacteriana, los extractos de pelargonio han demostrado una interesante actividad inmunomoduladora, en la que están implicados múltiples mecanismos como la inhibición de la adhesión bacteriana, una acción sobre los macrófagos (modulación de la fagocitosis, liberación de especies reactivas de oxígeno y de nitrógeno, y del factor de necrosis tumoral (TNF-α), de NO, de interferón (IFN) y de distintas citocinas), y la mejora de la propia función ciliar de la cavidad nasal.
El pelargonio se posiciona, de este modo, como un tratamiento alternativo y efectivo a las infecciones respiratorias, independientemente si su origen es vírico o bacteriano, destacando su utilidad no solo en casos de resfriado común, sino también en pacientes con bronquitis, tanto aguda como en las exacerbaciones agudas de la bronquitis crónica. El uso de preparados a base de pelargonio permitirá disminuir el uso inadecuado de antibióticos y reducir las tasas de fármaco-resistencia cuya incidencia está aumentando de forma crítica. La combinación de diferentes mecanismos de acción permite una acción directa sobre el patógeno o a través del estímulo del sistema inmune del paciente, acompañado además con una eficacia sobre la sintomatología clínica de las distintas afecciones respiratorias. Además, facilita la recuperación del paciente al reducir el cansancio, astenia y malestar general que acompaña al proceso infeccioso.