
Pelargonium sidoides, flor. Foto: Stickpen (licencia CC)
Ester Risco Rodríguez. Facultat de Farmàcia i Ciències de l’Alimentació (Universitat de Barcelona). IQS (Universitat Ramon LLull). Ponencia en el 9º Congreso de Fitoterapia de SEFIT – 9ª Jornada Farmacéutica de la Isla del Rey. Menorca 18-21 de mayo de 2017. Patrocinada por Angelini
La raíz de pelargonio (Pelargonium sidoides DC., Geraniaceae) ha sido ampliamente utilizada en la medicina tradicional del Sur de África, e introducida en el mercado europeo para el tratamiento de infecciones respiratorias. En la actualidad, el conocimiento de sus usos a nivel etnofarmacológico, acompañado del estudio de sus mecanismos de acción y de la demostración de su eficacia y seguridad en distintos ensayos clínicos, han permitido la comercialización de medicamentos de interés en casos de infecciones respiratorias, principalmente resfriado común en adultos, adolescentes y niños. El pelargonio fue introducido en Europa como “La cura de Stevens” para el tratamiento de la tuberculosis, según su uso tradicional en Sudáfrica, principalmente en Lesotho y la Provincia del Cabo. Los primeros datos clínicos en Europa fueron generados a partir de 1920, en un estudio con 800 pacientes, y cuyos resultados fueron publicados en 1930. Sin embargo, la composición del preparado no fue dada a conocer hasta 1974. En la medicina tradicional, además de su uso como tratamiento de afecciones respiratorias, se ha utilizado por sus propiedades astringentes, por ejemplo, como antidiarreico.

Pelargonium sidoides, hoja. Foto: Derek Ramsey (licencia CC)
Las preparaciones más utilizadas son extractos hidroalcohólios de baja graduación alcohólica (<14% v/v). Estos extractos son ingredientes de varios medicamentos en Europa para el tratamiento de afecciones del oído, nariz y garganta, entre ellas las infecciones del tracto respiratorio. Estos extractos, de la misma forma que la droga vegetal, contienen proantocianidinas, principalmente de galocatequina y epigalocatequina, que estarían en relación con su capacidad astringente, Adicionalmente, destaca la presencia de cumarinas altamente oxigenadas, como la umckalina, relacionadas también en gran medida con su actividad farmacológica.
Los datos clínicos disponibles, sobre el uso de estos preparados de pelargonio, tanto en adultos como en niños, avalan su eficacia como su seguridad. En numerosos estudios clínicos aleatorizados, doble ciego y controlados con placebo, el pelargonio ha demostrado eficacia en el tratamiento del resfriado común, bronquitas aguda, sinusitis, faringoamigdalitis e incluso en la prevención de crisis asmáticas. El pelargonio ha demostrado una incidencia positiva y rápida en la reducción de toda la sintomatología, tanto en la severidad como en la duración, incluidas las cefaleas y la congestión nasal; y ha sido administrado, además, en períodos prolongados, sin presentar efectos adversos relevantes.
La eficacia clínica demostrada está relacionada con diferentes mecanismos de acción observados en los estudios preclínicos. Además de una actividad antiviral y antibacteriana, los extractos de pelargonio han demostrado una interesante actividad inmunomoduladora, en la que están implicados múltiples mecanismos como la inhibición de la adhesión bacteriana, una acción sobre los macrófagos (modulación de la fagocitosis, liberación de especies reactivas de oxígeno y de nitrógeno, y del factor de necrosis tumoral (TNF-α), de NO, de interferón (IFN) y de distintas citocinas), y la mejora de la propia función ciliar de la cavidad nasal.
El pelargonio se posiciona, de este modo, como un tratamiento alternativo y efectivo a las infecciones respiratorias, destacando su utilidad no solo en casos de resfriado común, sino también en pacientes con bronquitis, tanto aguda como en las exacerbaciones agudas de la bronquitis crónica. El uso de preparados a base de pelargonio permitirá disminuir el uso inadecuado de antibióticos y reducir las tasas de fármaco-resistencia cuya incidencia está aumentando de forma crítica. La combinación de diferentes mecanismos de acción permite una acción directa sobre el patógeno o a través del estímulo del sistema inmune del paciente, acompañado además con una eficacia sobre la sintomatología clínica de las distintas afecciones respiratorias.